Texto del Evangelio (Lc 19, 45-48): En aquel tiempo, entrando Jesús en el Templo, comenzó a echar fuera a los que vendían, diciéndoles: «Está escrito: ‘Mi casa será casa de oración’. ¡Pero vosotros la habéis hecho una cueva de bandidos!». Enseñaba todos los días en el Templo. Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y también los notables del pueblo buscaban matarle, pero no encontraban qué podrían hacer, porque todo el pueblo le oía pendiente de sus labios.
"Todos los días enseñaba en el templo" (Lc 19,45-48)
Señor Jesús, ¡qué rápido se pasan las semanas! De nuevo, ya estamos a viernes. De nuevo, tanto que agradecer, de nuevo tanto que reconocer en el camino hecho. Señor, ¿cuánto hemos aprendido esta, semana? ¿Y cuánto hemos enseñado esta semana?
Señor Jesús, dice tu Evangelio de hoy que todos los días enseñabas en el templo. ¡Cómo nos gustaría aprender y seguir aprendiendo de Ti! ¡Cómo nos gustaría enseñar con tu estilo! Ojalá en este día enseñemos a otros como lo hacías Tú, de modo cercano, con ternura, escuchando, conmoviéndonos con su vida y sus historias.
Señor Jesús, todo el pueblo estaba pendiente de Ti, escuchándote. Así nos gustaría estar a nosotros. Pendientes de lo que hoy nos digas por medio de las personas y los acontecimientos. Atentos para no perdernos nada. A la escucha de tu Palabra y de tus palabras hechas vida en la gente y en su vida.
Señor Jesús, enseñar y escuchar. Eso nos gustaría hacer y aprender a hacer. Eso te pedimos. Haznos gozar de este día. Y que en él aprendamos y enseñemos, escuchemos y hablemos siendo tus testigos.
Así te lo pido. Así sea.
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