Espíritu Santo, consolador de corazones, cura las heridas de tus hijos e hijas y devuelve la integridad a lo que ha sido quebrantado. Concédenos el valor y la sabiduría, la humildad y la gracia, para actuar con justicia. Sopla tu sabiduría en nuestras oraciones y empeños. Que todos los que han sido heridos por el abuso encuentren paz y justicia. Dios Padre, cuida a las víctimas con especial predilección. Ayuda a los sacerdotes a ser ejemplos de santidad y dedicación a sus fieles.
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