Arcángel San Miguel, defiéndenos en la lucha, sé nuestro amparo contra la malignidad y las insidias del diablo. ¡Impérele Dios!, te pedimos, suplicantes; y tú, Príncipe de la celeste milicia con divino poder, lanza al infierno a Satanás y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo para perder las almas.
Glorioso Arcángel, defiende España y su Iglesia. Protege al Papa, para que podamos ver pronto el glorioso triunfo del Inmaculado Corazón de María. Amén.
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