viernes, 13 de julio de 2018

ORACIÓN A LA VIRGEN MARÍA, MADRE DE DIOS

¡Oh Madre de Dios! ¡Oh María mi Señora! De la misma suerte que se presenta a una gran reina un pobrecito llagado y asqueroso, me presento a Ti, que eres la Reina del cielo y de la tierra, No rehúses, te ruego, volver, desde el alto trono en que estás sentada, tus piadosos ojos hacia mí, pobre pecador. Por eso te ha hecho Dios tan rica para socorrer a los pobres, y te ha constituido Reina de las misericordias para que puedas aliviar a los que padecen miserias. Mírame, pues, y compadécete de mí. Mírame y no me dejes hasta trocarme de pecador en santo. Bien veo que no merezco nada, antes bien soy digno por mi ingratitud de ser despojado de todas las gracias que por tu medio he recibido del Señor. Pero Tú, que eres la Reina de la misericordia, no buscas méritos sino miserias para socorrer a los necesitados. ¿Y quién más pobre y necesitado que yo?
¡Oh Virgen excelsa! Ya sé que siendo Tú la Reina del universo eres también la Reina mía; pero yo de un modo más particular quiero dedicarme a tu servicio, para que dispongas de mí como quieras. Por lo cual, con san Buenaventura, te digo: Rígeme Tú, Reina mía, y no me dejes a mí mismo. Mándame, empléame a tu arbitrio, y castígame también cuando no te obedezca, pues los castigos que me vendrán de tu mano me serán muy saludables. Yo aprecio más el ser tu esclavo que el ser señor de todo el mundo. Acéptame, oh María, por tuyo, y como tuyo piensa en salvarme. Ya no quiero ser más mío, a Ti me entrego; y si hasta aquí te he servido tan mal habiendo perdido tan bellas ocasiones de honrarte, en adelante quiero unirme a tus siervos más amantes y más fieles. No, no quiero que desde ahora me exceda alguno en honrarte y amarte, mi amantísima Reina. Así lo prometo y así confío ejecutarlo con tu ayuda. Amén. 

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