domingo, 22 de julio de 2018

SALVE A NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO

Salve, Virgen pura;
Salve, Virgen Madre;
Salve, Virgen bella;
Reina Virgen, Salve.
Vuestro amparo buscan,
benigno y suave,
hoy los desterrados
en aqueste valle.
Pecadores somos
de quien eres Madre;
ea, pues, Señora,
no nos desampares.
Si por nuestras culpas
penas a millares
merecemos todos,
tu favor nos salve.
Tu dulce Jesús,
que es fruto admirable
de tu puro vientre,
muéstranoslo afable.
Tus hermosos ojos
llenos de piedades
a nosotros vuelve,
soberana madre.
¡Oh clemente! ¡Oh pía!
Tu favor alcance
el pecador triste
que a tu puerta llame.
Haz que tu Rosario,
a quien lo rezare,
ahora y en la hora
de la muerte ampare.
Todos te ofrecemos,
aunque el león rabie,
con afecto pío,
Virgen, el rezarle.
Tu Rosario es
la cadena grande,
que con ella atas
al dragón infame.
Tus quince misterios
son quince rosales,
son todos alivio
para los mortales.
Ahora suplicamos,
Soberana Madre,
que en las aflicciones
tu piedad alcance.

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