Querido Padre, estoy totalmente abierto a lo increíble que venga a mi camino hoy. Sé que co-creo con el universo. Sé que puedo decirle al universo lo que estoy dispuesto a recibir.
Querido Padre, agradezco la maravillosa vida que he estado manifestando día a día. Me siento completo por la intuición que recibo dirigiéndome a las mejores oportunidades de mi vida.
Lo sé, soy un ser espiritual eterno, vengo de eternidades pretéritas y ahora vivo en este cuerpo físico. Viviendo en él tengo posibilidades ilimitadas en este planeta llamado Tierra.
Sé que puedo tener, hacer o ser lo que quiera y voy camino a la perfección. Estoy feliz y agradecido por mi vida y por la vida de las personas que amo. Estoy feliz y agradecido por la vida próspera y abundante que he estado manifestando.
Creo que mi fuerza interior está directamente conectada a Ti. Gracias por ser mi Padre amado. Creo en mi capacidad de crear y que mi vida se desarrollará en una serie de experiencias positivas.
Señor, sé que todo en lo que me he centrado voluntariamente está en mi camino. Aprecio cada momento que tengo a lo largo del día porque sé que hechos, circunstancias y acontecimientos siempre me llevarán al camino de la felicidad y la paz. Siempre soy consciente del poder de mis pensamientos, mis emociones y mi vibración.
Querido Creador, sé que puedo manifestar cualquier cosa en sintonía contigo. Sólo permito que todo aquello en lo que voluntariamente y sinceramente me concentre me haga experimentar una vibración más alta. Elijo sentirme bien ahora. Lo sé, lo creo y lo aprecio. Y estoy agradecido ahora y para siempre. Es la ley de atracción que Tú has creado, amado Padre.
En el gran escenario de la vida hay hilos de naturaleza eterna que jamás se rompen. Vienen de eternidades pretéritas y nos unen de una manera singular y muy profunda. Todo esto es atemporal. Estos hilos de amor son las conexiones eternas del espíritu. Estamos conectados al Gran Espíritu. Somos una gran red formada por los lazos irrompibles que perduran más allá de la muerte física. La muerte física no des-une estos lazos, los afirman.
Cuando perdemos a alguien muy querido para nosotros, podemos sentir que una parte de nuestro propio ser ha sido arrancado, nos sentimos vacíos sin esta alma que ha vuelto a casa. El dolor de su ausencia es innegable, y ese dolor se hace presente, nos lava como olas chocando contra la orilla en medio de nuestra tristeza. Sabemos que sólo es un hasta luego, pues internamente sabemos del reencuentro en el Cielo. Podemos encontrar consuelo y esperanza en la naturaleza eterna del espíritu.
Más allá del reino físico, nuestros seres queridos siguen existiendo en un reino de amor puro, de energía pura y conciencia. No están perdidos para nosotros, sino que han cambiado sus circunstancias de vida para una vida más plena y amorosa, a una forma donde el amor es el oxígeno que respiramos. Todo esto trasciende las limitaciones del mundo físico. Están libres del dolor y el sufrimiento, y su espíritu vive en nuestros corazones y recuerdos, y están de nuevo en un bello amanecer en nuestro hogar del Cielo.
En este reino eterno las conexiones entre almas permanecen intactas. El amor es el hilo de oro que teje a través del tiempo y el espacio, que nos conecta con aquellos que apreciamos. Es un amor que trasciende la distancia, el tiempo e incluso la propia muerte.
Estas conexiones eternas del espíritu nos recuerdan que nunca estamos realmente solos. Nuestros seres queridos están siempre pendientes de nosotros. Somos parte de algo más grande, una red de almas interconectadas por la unidad del Gran Espíritu que viajan juntas a través del tiempo y el espacio. Son las arenas del tiempo que han viajado a través de eternidades pretéritas. Mientras la forma física puede cambiar, la esencia de lo que somos y el amor que compartimos perdura por toda la eternidad, formando una bella familia espiritual.
Que haya abundancia de paz y amor en vuestras vidas. Dios os bendiga.
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