Santa Milburga, abadesa fiel y prudente, que guiaste a tus hermanas por la senda de la perfección benedictina, intercede por nosotros para que sepamos escuchar la voz de Dios.
Que tu ejemplo de humildad, caridad y devoción en la oración nos ayude a crecer cada día en la fe y en el amor fraterno hasta alcanzar la gloria eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Santa Milburga alcanzó fama por sus numerosos milagros, en especial el poder sobre las aves, tanto silvestres y domésticas, pues podía hablar con ellas para que no dañaran los cultivos, y también era obedecida por los gusanos, para que no royeran las raíces. Es muy representada instruyendo a los gansos y otras anátidas migratorias para que se alimentaran sin arruinarar los cultivos locales. En otras efigies suele aparecer acompañada de un ciervo. Al igual que santa Winefrida, pronto el pueblo relacionó a santa Milburga con las fuentes y pozos sagrados, en especial los de Stoke St. Milborough y otro en los restos del propio monasterio, cuyas aguas son mano de santa para curar las enfermedades de los ojos, quizá porque ella tuvo fama de clarividente.
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