¡Oh santa Águeda, tú que tanto padeciste, ayúdanos a ser fuertes como tú ante el enemigo. Santa Águeda victoriosa, que después de los más duros martirios, y antes de entregar tu alma, fuiste confortada por Dios misericordioso, mediante la visión de san Pedro que te consoló, intercede por nosotros ante el Padre Todopoderoso para nos tome bajo su cuidado y amparo, y nos otorgue la salud del cuerpo, la mente y el alma, para que con su infinita bondad y clemencia nos ayude en estos momentos difíciles. Por Jesucristo, nuestro único Señor, a quien sea la alabanza y la gloria y la acción de gracias por todos los tiempos. Amén.
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