San Fernando, rey de Castilla y León, que en tu breve vida bajo el temor y reverencia al Dios todopoderoso, te esforzaste por ser ecuánime, justo, piadoso y certero.
A ti te encomendamos hoy a todos los gobernantes para que, en su encuentro con Cristo, luchen de verdad por regir sus gobiernos con la Luz verdadera buscando siempre la justicia, la igualdad y la gloria de Dios en cada país.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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