Esta oración fue dictada por la propia Virgen al padre Cestac el 13 de enero de 1863 para combatir y derrotar a las potencias del infierno.
¡Oh Augusta Reina de los Cielos y
Señora de los Ángeles!
Pues habéis recibido de Dios el poder y la misión de
aplastar la cabeza de la serpiente infernal; dignaos escuchar benigna las
súplicas que humildemente os dirigimos; enviad las santas legiones para que, bajo vuestras ordenes, combatan a los
demonios, donde quiera repriman su audacia y los persigan
hasta precipitarlos al abismo. ¿Quién como
Dios? Santos Ángeles y Arcángeles, defendednos y guardadnos. ¡Oh buena y
tierna Madre! Vos seréis siempre nuestro amor y nuestra esperanza. ¡Oh divina Madre! Enviad los Santos Ángeles para defendernos y
apartar lejos al demonio, nuestro mortal enemigo. Amén.
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