jueves, 30 de abril de 2020

ENTRONIZACIÓN DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS EN LAS FAMILIAS Y ACTO DE CONSAGRACIÓN DE LA FAMILIA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

(Del "Devocionario litúrgico". Zaragoza, 1939)

ENTRONIZACIÓN DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS EN LAS FAMILIAS

Naturaleza de la entronización.- La entronización del Sagrado Corazón de Jesús en el hogar no es más que el acto solemne de erigir al Corazón de Jesús por Rey de una casa, de un hogar, de una familia. Lleva consigo este acto, como elementos esenciales, que lo constituyen, la consagración de las familias al Sagrado Corazón de Jesús y la proclamación de su divina Realeza, y como galardón, la consoladora promesa de Jesucristo que dijo a Santa Margarita de Alacoque: "Bendeciré las casas en que la imagen de mi corazón sea expuesta y honrada".
Modo de entronización.- Para realizar con sencillez esta hermosa ceremonia bastará que un sacerdote, revestido de sobrepelliz o roquete, bendiga la imagen, colocándola en su trono; a continuación el jefe de la familia reza en voz alta el acto de consagración que a continuación ponemos, rezándose un Padrenuestro, Ave María, Gloria Patri y Credo, terminando la ceremonia bendiciendo el sacerdote a todos los congregados.


ACTO DE CONSAGRACIÓN DE LA FAMILIA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

¡Oh Sacratísimo Corazón de Jesús, que manifestasteis a Santa Margarita María el deseo de reinar sobre las familias cristianas: venimos hoy a proclamar vuestro más absoluto dominio sobre la nuestra. De hoy en adelante queremos vivir de vuestra vida, queremos hacer florecer en nuestro seno las virtudes, a que prometisteis la paz en la tierra, y queremos desterrar de nosotros el espíritu mundano por Vos maldecido. Vos habéis de reinar en nuestros entendimientos por la integridad de nuestra fe, y en nuestros corazones por el amor sin reserva hacia Vos, en que arderán y cuya llama mantendremos viva, acercándonos frecuentemente a vuestra divina mesa.
Dignaos, ¡oh Corazón divino!, presidir nuestras reuniones, bendecir nuestras empresas espirituales y temporales, alejar nuestras inquietudes, santificar nuestras alegrías, aliviar nuestras penas. Si alguna vez alguno de nosotros tuviese la desgracia de ofenderos, recordadle, ¡oh Corazón de Jesús!, que Vos sois bueno y misericordioso con el pecador arrepentido. Y cuando suene la hora de la separación, cuando venga la muerte a sembrar el luto en medio de nosotros, todos, así los que se vayan como los que se queden, nos someteremos a vuestros eternos decretos. Nos consolaremos pensando que ha de venir un día en que toda la familia reunida en el cielo podrá cantar eternamente vuestras glorias y beneficios. Dígnese el Corazón Inmaculado de María, dígnese el Glorioso Patriarca San José, presentaros a Vos esta consagración y hacérnosla presente todos los días de nuestra vida. Así sea.

(Fórmula aprobada por S.S. Pío X)



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