María, dulce refugio de los pecadores, cuando mi alma esté para dejar este mundo, Madre mía, por el dolor que sentiste asistiendo a tu Hijo que moría en la Cruz, asísteme también con tu misericordia.
Arroja lejos de mí a los enemigos infernales y ven a recibir mi alma y presentarla al Juez eterno. No me abandones, Reina mía.
Tú, después de Jesús, has de ser quien me reconforte en aquel trance.
Ruega a tu amado Hijo que me conceda, por su bondad, morir abrazado a sus pies y entregar mi alma dentro de sus llagas, diciendo:
Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario