Nadie en la UCI sabía
quién era aquel sanitario,
tan audaz y temerario,
que al virus combatió.
Nadie sabía su historia,
mas la nación suponía
que un gran dolor le mordía,
como un lobo, el corazón.
Mas si alguno quién era le preguntaba,
sin pantalla ni guantes le contestaba:
Soy persona a quien la suerte
hirió con esta pandemia;
soy un novio de la muerte
que pelea duro y fuerte
por las gentes de su tierra.
Cuando más rudo era el virus,
y la pelea más fiera,
con una bata de pega
el sanitario avanzó.
Y sin temer al contagio,
de su gobierno olvidado,
supo seguir como un bravo,
y su pueblo le aplaudió.
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