miércoles, 8 de abril de 2020

EPIGRAMAS DE MIGUEL AGUSTÍN PRÍNCIPE

En una letrina un día
uno cayó y lo contaba
y su angustia refería
cuando lo que dentro había
en los tobillos le daba.
-Si de ellos no te pasó,
dijo un quidam con viveza
¿qué diablos te amedrentó?
Y el otro le contestó:
-Si me caí de cabeza.
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Cuando una cita le es dada
a Juan Barrantes y Ambrós,
siempre acude una hora o dos
después de la señalada.
Muy pesado es Juan Barrantes,      
pero sin embargo ayer
le convidé yo a comer
y acudió tres horas antes.
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Veinticinco, dice Irene
ser los años que ora cuenta.
Cierto: quien tiene cuarenta
veinticinco también tiene.
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Cascando un piñón don Justo,
avaro sobresaliente,
sintió rompérsele un diente
y se llevó mucho susto.
Pero pronto se rehizo,
y exclamó muy placentero:
-Este no cuesta dinero.
¡Temía que era el postizo!
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En Jueves Santo, un chicuelo,
perdió al juego no sé cuánto,
y... ¿ves? -le dijo su abuelo.
- ¡Por jugar en Jueves Santo!
- Podrá ser -le contestó
el chicuelo con desdén
- pero el que a mí me ganó,
dígame usted, ¿no jugó
en Jueves Santo también?
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De Inés el afán se encierra
en llevar largo el vestido,
y lo lleva tan cumplido
que se le arrastra por tierra.
Honesta, con gran derecho
podría llamarse Inés,
si como cubre los pies
cubriera también el pecho. 


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