Señor Jesucristo, Hijo del Padre, manda ahora tu Espíritu sobre la tierra. Haz que el Espíritu Santo habite en el corazón de todos los pueblos, para que sean preservados de la corrupción, de las calamidades y de la guerra.
Que la Señora de todos los pueblos, que un día era María, sea nuestra Abogada. Amén.
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