En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, con el peso de mi carga de amor, recurro a ti, querida santa Mónica, y solicito tu ayuda e intercesión.
Desde tu lugar en el cielo, te imploro que ruegues ante el Trono del Santísimo por el bien de mi hijo/a, [Nombre], que se ha desviado de la fe y de todo lo que tratamos de enseñarle.
Sé, querida Mónica, que nuestros hijos no nos pertenecen, sino a Dios, y que Dios a menudo permite esta deriva como parte del viaje hacia Él.
Tu hijo, Agustín, también se descarrió; terminó por encontrar la fe y, desde su fe, se convirtió en un auténtico maestro.
Así que ayúdame a tener paciencia y a creer que todas las cosas —incluso este decepcionante distanciamiento de la fe— obran en última instancia según el buen propósito de Dios.
Por el bien del alma de mi hijo/a, rezo por entender esto y tener confianza.
Santa Mónica, te ruego me enseñes a ser perseverante en mi fiel oración, como tú misma hiciste por el bien de tu hijo.
Inspírame para comportarme de manera que no aumente la distancia entre mi hijo y Cristo, sino que solo atraiga a [Nombre] suavemente hacia Su maravillosa luz.
Por favor, muéstrame lo que sabes sobre este doloroso misterio de separación, y cómo se reconcilia en la reorientación de nuestros hijos hacia el paraíso.
Oh, santa Mónica, amante de Cristo y de su Iglesia, ruega por mí y por mi hijo/a [Nombre], para que ganemos el cielo y nos unamos allí contigo, en eterna alabanza y agradecimiento a Dios. Amén.
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