Buenos días. Hoy miércoles el profeta Isaías nos describe a Dios como Santo, Todopoderoso, pero sobre todo habla de que es fortaleza para los que creen en Él. Jesús en el evangelio también nos habla de la fortaleza de Dios, su humildad. Invita a que los cansados y agobiados se acerquen a Él, porque aprendiendo de su palabra la vida será más llevadera y encontraremos descanso para nuestras almas. Seamos buenos y confiemos en Dios, que nos colma de gracia y ternura.
1ª Lectura (Is 40, 25-31): «¿Con quién podréis compararme, quién es semejante a mi?», dice el Santo. Alzad los ojos a lo alto y mirad: ¿quién creó esto? Es él, que despliega su ejército al completo y a cada uno convoca por su nombre. Ante su grandioso poder, y su robusta fuerza, ninguno falta a su llamada. ¿Por qué andas diciendo, Jacob, y por qué murmuras, Israel: «Al Señor no le importa mi destino, mi Dios pasa por alto mis derechos»? ¿Acaso no lo sabes, es que no lo has oído? El Señor es un Dios eterno que ha creado los confines de la tierra. No se cansa, no se fatiga, es insondable su inteligencia. Fortalece a quien está cansado, acrecienta el vigor del exhausto. Se cansan los muchachos, se fatigan, los jóvenes tropiezan y vacilan; pero los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, echan alas como las águilas, corren y no se fatigan, caminan y no se cansan.
Salmo responsorial: 102
R/. Bendice, alma mía, al Señor.
Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios.
Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa, y te colma de gracia y de ternura.
El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia. No nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas.
Versículo antes del Evangelio: Aleluya. He aquí que vendrá el Señor a salvar a su pueblo; bienaventurados los que estén preparados para encontrarle. Aleluya.
Texto del Evangelio (Mt 11, 28-30): En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera».
“Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os haré descansar” (Mt 11, 28-30)
Señor Jesús, ¡necesitamos tanto estas palabras tuyas! Vamos por la vida ¡tantas veces cansados y agobiados con mil cosas! Necesitamos el alivio de tu presencia, el alivio de tus palabras, de tus gestos y acciones, de tu compañía amiga y discreta, de tu misericordia y de tu perdón.
Señor Jesús, tus palabras de hoy nos llegan al corazón y por supuesto que vamos hacia Ti porque son muchas las situaciones, los problemas, las cargas, las enfermedades, las pérdidas, las heridas, los vacíos, las dudas, los frentes abiertos, las decepciones, los fracasos que tenemos… que vamos cansados y agobiados.
Señor Jesús, ten paciencia con nosotros. Alivia nuestro pesar y robustece nuestras ganas de seguirte y de seguir caminando tras de Ti. Haznos instrumentos de tu paz, de esa que alivia, que regenera, que reconstruye, que es germen de nueva humanidad y de fraternidad.
Así te lo pido. Así sea.




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