Altísimo Dios y Señor mío, en quien creo, en quien espero, y a quien amo sobre todas las cosas, te doy gracias por haberme creado, redimido, hecho cristiano y conservado hasta ahora. Dame luz para conocer las faltas que hoy he cometido, y gracia para dolerme de ellas y enmendarme.
(Examinamos las faltas en que hemos caído durante el día por pensamientos, palabras y obras. Luego decimos con toda humildad):
¡Y qué se han hecho, Señor, mis propósitos de no ofenderte! ¡Misericordia, Jesús mío! Me pesa de todo corazón de haberte ofendido por ser Tú quien eres, y porque te amo sobre todas las cosas; me pesa, Dios mío, de haber pecado, y propongo firmemente la enmienda ayudado de tu divina gracia.
Tres avemarías a la Virgen Santísima.
¡He de morir y no sé cómo! ¡Seré juzgado por Dios y no sé cuándo! Si fuese esta noche ¿qué cuenta le daría? ¿Qué sentencia me tocaría? ¿Sería de salvación o de condenación? Y en esta incertidumbre ¿no lloraré mis pecados ahora que tengo tiempo, y no enmendaré mi vida?
Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía.
Jesús, José y María, asistidme en la última agonía.
Jesús, José y María, en vuestras manos pongo el alma mía.
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