Aquí tienes, oh Madre de mi Dios, aquí tienes a tus pies un miserable pecador, esclavo del infierno, que a Ti recurre y en Ti confía. Ni aun merezco que me mires; pero sé que viendo a tu hijo muerto para salvar a los pecadores, te entra un deseo inmenso de ayudarle. ¡Oh Madre de misericordia! Mira mis miserias y ten compasión de mí. Oigo que todos te llaman el refugio de los pecadores, la esperanza de los desesperados, la ayuda de los abandonados. Tú eres, pues, mi refugio, mi esperanza, mi ayuda. Tú has de salvarme con tu intercesión. Socórreme por amor de Jesucristo, alarga la mano a un miserable caído que se encomienda a Ti. Yo sé que te complaces en ayudar a un pecador cuando está en tu mano; ayúdame, pues, ahora que puedes ayudarme. Con mis pecados he perdido la divina gracia junto con mi alma. Ahora me pongo en tus manos: dime qué he de hacer para volver a la gracia de mi Señor, que yo quiero hacerlo luego. Él me envía a Ti para que me socorras, y quiere que yo recurra a tu misericordia, para que no solo los méritos de tu hijo, sino también tus súplicas, me ayuden a salvarme. A Ti, pues, recurro; Tú, que por tantos otros ruegas, ruega también a Jesús por mí. Dile que me perdone, que ya me perdonará; dile que deseas mi salud, que Él me salvará. Dame a conocer el bien que sabes dispensar al que confía en Ti. Amén. así lo espero, así sea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario