¡Oh qué confusión para mí, amabilísimo san José, ver en ti tanta solicitud para encontrar algún abrigo al divino Jesús, y en mi tanta resistencia a las voces con que me llama, por el deseo que tiene de habitar en mi alma, de la que tanto tiempo he dejado pacífico poseedor al demonio!... Y pues conozco que el serte devoto es para mí un oportuno socorro, heme aquí a tus pies, glorioso Patriarca. en tus manos pongo mi causa, confiando en que hablarás en mi favor a Jesús y a María, a fin de obtenerme la gracia de no estar jamás en pecado mortal. Doy miles de gracias al Señor por la confianza que me inspira en ti, y espero que dándome por tus méritos una contrición perfecta, habitará siempre en mi corazón su gracia, no permitiendo jamás que por el pecado le despida de él. ¡Ah! santo Abogado mío, sé mi protector en los peligros, muéveme a acudir a ti siempre que me vea en alguno, en que pueda faltar a la fidelidad que he prometido a Jesús mi Redentor y a María, mi amada Madre.
Ruega por nosotros, san José, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén.
JACULATORIA
José afligidísimo,
por tu Jesús muy amado,
no permitas que el pecado
me prive de su amor.
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