1.- Los horóscopos
Cada día aseguran lo que sucederá en nuestra vida de acuerdo a nuestro signo zodiacal y muchas personas lo consultan y creen en sus predicciones. Está mal hacerlo porque afirman tener el poder de conocer el futuro, algo que solo pertenece a Dios.
Por ello, creer en los horóscopos atenta contra el primer Mandamiento: "Amarás a Dios sobre todas las cosas", porque no estamos confiando en Él ni en los maravillosos planes que tiene para cada uno de sus hijos.
2.- Los médiums
Son personas que dicen tener el don de la clarividencia y que a través de su sensibilidad paranormal pueden servir de mediadores para comunicarse con los espíritus.
"No haya en medio de ti quien haga pasar por el fuego a su hijo o a su hija, ni quien se dé a la adivinación, ni a la magia, ni a hechicerías y encantamientos; ni quien consulte a encantadores, ni a espíritus, ni a adivinos, ni pregunte a los muertos. Es abominación ante Yavé cualquiera que esto hace" (Deuteronomio 18, 10-11).
Los médiums y sus semejantes son, en su mayoría, estafadores, y obtienen su poder del demonio.
3.- Desear que alguien se vaya al infierno
Todos hemos escuchado decir alguna vez "que arda en el infierno" o "vete al infierno", por ejemplo referido a asesinos, violadores, corruptores de menores... Pero hay que reflexionar sobre esto. El demonio quiere que las almas pasen la eternidad en el infierno. A pesar de lo horrible que pueda ser esa persona, nunca debemos desear la condenación de nadie porque estamos poniéndonos del lado de Satanás y enfrentándonos a la voluntad de Dios, quien desea que todos se salven y estén con Él en el Cielo.
4.- Las supersticiones
Hay católicos que creen en las supersticiones, como tocar madera, cruzar los dedos, que se caiga la sal...
Pueden parecer cosas inofensivas -como tener amuletos de buena suerte o patas de conejo- pero en verdad estamos buscando poderes que no son de Dios. En vez de tocar madera o pedir un deseo, hagamos una oración.
5.- Adivinar el futuro
Podemos encontrar personas que dicen adivinar el futuro leyendo la mano o echando las cartas del tarot. Al escuchar sus predicciones -que en ocasiones son ciertas- estamos dejando entrar al demonio en nuestra vida, porque ese poder no viene de Dios.
Y no nos dejemos engañar por alguien que quiere adivinar nuestro futuro usando una cruz, un rosario o algún otro símbolo cristiano.
6. No perdonar
Jesús repitió en diversas ocasiones la importancia de perdonarnos los unos a los otros. Eso no significa que estemos obligados a ser amigo de una persona.
Orar por alguien y dejar ir el rencor y la ira con el auxilio de Dios ayuda a que sanemos nuestras heridas. No querer perdonar es apoyar al demonio e ir contra la voluntad divina.
7. La pornografía
Incluso dentro del matrimonio, la pornografía es una forma de maldad que está muy enraizada en nuestra cultura. Los frutos que conlleva esta dependencia son desastrosos y el alcance de violencia que engendra son desbordantes.
8. La ouija
Este juego consiste en poner las manos sobre una pequeña plataforma que se desplaza lentamente sobre un tablero movida por alguna fuerza misteriosa. El tablero tiene letras y números y los jugadores esperan respuesta a sus preguntas. La "diversión" consiste en la curiosidad y el misterio de comunicarse con algún espíritu que revela secretos, y cuanto más parezca funcionar más atrae y ata hasta convertirse en una obsesión. Muchas veces esta práctica se inicia con intención de contactar con un ser querido que ya no está. Desgraciadamente, en la mayoría de los casos detrás de este fenómeno están las fuerzas del mal que ocasionan daños irreparables a los que participan.
9. La alimentación desordenada
Alimentarse no es pecado, pero la alimentación desordenada es el principio de muchos pecados mayores.
Una alimentación desordenada, descontrolada, excesiva, en el fondo es producto de un deseo no regulado por la razón. Si no somos capaces de dominar ese simple deseo, ¿cómo podremos vencer otros deseos desordenados mayores?
Vencer la gula es cerrar la puerta a multitud de pecados.
10. El desmedido amor al dinero
Aspirar a bienes materiales obtenidos legítimamente es bueno. Dios no se molesta si fruto de nuestros talentos y nuestro esfuerzo conseguimos progresar económicamente. El problema surge cuando el dinero se convierte en el centro de nuestra vida, cuando el centro de nuestra vida debería ser Dios.
Convirtiendo el dinero en el centro de nuestra vida le estamos abriendo las puertas a muchos pecados: robos, asesinatos, corrupción, narcotráfico, etc.
Busquemos el progreso económico, pero que eso nunca se convierta en el centro de nuestra vida.
11. La ociosidad
¡Cuánto bien podríamos estar haciendo si no fuera la desgana, el desinterés, los pretextos! El demonio se complace cuando una persona es ociosa y no es capaz de hacer pequeños sacrificios por su propio bien, el de su prójimo o por amor a Dios.
¡Dejemos la pereza y trabajemos por el Reino de los cielos!
12. Creer que estamos por encima de los demás
Dios nos ha creado a todos iguales ante sus ojos. Valemos lo mismo que cualquier otra persona, aunque hayamos conseguido reconocimientos, logros o dinero. Por eso no debemos sentirnos superiores a nadie. Si en algún momento sentimos eso, le estamos abriendo las puertas al enemigo con nuestra soberbia.
Los médiums y sus semejantes son, en su mayoría, estafadores, y obtienen su poder del demonio.
3.- Desear que alguien se vaya al infierno
Todos hemos escuchado decir alguna vez "que arda en el infierno" o "vete al infierno", por ejemplo referido a asesinos, violadores, corruptores de menores... Pero hay que reflexionar sobre esto. El demonio quiere que las almas pasen la eternidad en el infierno. A pesar de lo horrible que pueda ser esa persona, nunca debemos desear la condenación de nadie porque estamos poniéndonos del lado de Satanás y enfrentándonos a la voluntad de Dios, quien desea que todos se salven y estén con Él en el Cielo.
4.- Las supersticiones
Hay católicos que creen en las supersticiones, como tocar madera, cruzar los dedos, que se caiga la sal...
Pueden parecer cosas inofensivas -como tener amuletos de buena suerte o patas de conejo- pero en verdad estamos buscando poderes que no son de Dios. En vez de tocar madera o pedir un deseo, hagamos una oración.
5.- Adivinar el futuro
Podemos encontrar personas que dicen adivinar el futuro leyendo la mano o echando las cartas del tarot. Al escuchar sus predicciones -que en ocasiones son ciertas- estamos dejando entrar al demonio en nuestra vida, porque ese poder no viene de Dios.
Y no nos dejemos engañar por alguien que quiere adivinar nuestro futuro usando una cruz, un rosario o algún otro símbolo cristiano.
6. No perdonar
Jesús repitió en diversas ocasiones la importancia de perdonarnos los unos a los otros. Eso no significa que estemos obligados a ser amigo de una persona.
Orar por alguien y dejar ir el rencor y la ira con el auxilio de Dios ayuda a que sanemos nuestras heridas. No querer perdonar es apoyar al demonio e ir contra la voluntad divina.
7. La pornografía
Incluso dentro del matrimonio, la pornografía es una forma de maldad que está muy enraizada en nuestra cultura. Los frutos que conlleva esta dependencia son desastrosos y el alcance de violencia que engendra son desbordantes.
8. La ouija
Este juego consiste en poner las manos sobre una pequeña plataforma que se desplaza lentamente sobre un tablero movida por alguna fuerza misteriosa. El tablero tiene letras y números y los jugadores esperan respuesta a sus preguntas. La "diversión" consiste en la curiosidad y el misterio de comunicarse con algún espíritu que revela secretos, y cuanto más parezca funcionar más atrae y ata hasta convertirse en una obsesión. Muchas veces esta práctica se inicia con intención de contactar con un ser querido que ya no está. Desgraciadamente, en la mayoría de los casos detrás de este fenómeno están las fuerzas del mal que ocasionan daños irreparables a los que participan.
9. La alimentación desordenada
Alimentarse no es pecado, pero la alimentación desordenada es el principio de muchos pecados mayores.
Una alimentación desordenada, descontrolada, excesiva, en el fondo es producto de un deseo no regulado por la razón. Si no somos capaces de dominar ese simple deseo, ¿cómo podremos vencer otros deseos desordenados mayores?
Vencer la gula es cerrar la puerta a multitud de pecados.
10. El desmedido amor al dinero
Aspirar a bienes materiales obtenidos legítimamente es bueno. Dios no se molesta si fruto de nuestros talentos y nuestro esfuerzo conseguimos progresar económicamente. El problema surge cuando el dinero se convierte en el centro de nuestra vida, cuando el centro de nuestra vida debería ser Dios.
Convirtiendo el dinero en el centro de nuestra vida le estamos abriendo las puertas a muchos pecados: robos, asesinatos, corrupción, narcotráfico, etc.
Busquemos el progreso económico, pero que eso nunca se convierta en el centro de nuestra vida.
11. La ociosidad
¡Cuánto bien podríamos estar haciendo si no fuera la desgana, el desinterés, los pretextos! El demonio se complace cuando una persona es ociosa y no es capaz de hacer pequeños sacrificios por su propio bien, el de su prójimo o por amor a Dios.
¡Dejemos la pereza y trabajemos por el Reino de los cielos!
12. Creer que estamos por encima de los demás
Dios nos ha creado a todos iguales ante sus ojos. Valemos lo mismo que cualquier otra persona, aunque hayamos conseguido reconocimientos, logros o dinero. Por eso no debemos sentirnos superiores a nadie. Si en algún momento sentimos eso, le estamos abriendo las puertas al enemigo con nuestra soberbia.
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