DEL PECADO MORTAL
1º) Teme si has pecado. Si por tu desgracia has cometido algún pecado mortal, ¿sabes bien lo que has hecho? Procurar con todas tus fuerzas destruir y aniquilar a tu Dios y Señor, Creador y Redentor, Bienhechor y Padre, corresponder vilmente a sus beneficios, desobedecerle con descaro, rebelarte contra Él, perder la gracia, negarle por Padre, quedar despojado de las buenas obras, perder la herencia de la gloria, y merecer ser precipitado en el infierno. ¿Puede darse mayor desgracia?
2º) Teme si vives en pecado mortal. ¡Ay de ti! Dios es tu enemigo, y tú eres esclavo del demonio. ¿Cómo te atreves a reír, a jugar y a dormir seguro? ¿no ves que si Dios se cansa de sufrirte puedes morir y condenarte en un momento? Millares de ángeles cayeron en el infierno por un solo pecado, ¿y tú te tienes por seguro habiendo cometido tantos? ¡Oh deplorable ceguedad!
3º) Teme, porque puedes pecar. Aunque no estés en pecado, siempre estamos todos en peligro de caer. Una tentación violenta u otro peligro inesperado puede precipitarnos cuando menos pensemos. El ángel pecó en el Cielo, Adán en el Paraíso, y Judas y San Pedro en la escuela de Jesucristo; pues tú también puedes en un punto quedar hecho un demonio. Tiembla, pues, de tan gran peligro.
FRUTO.- Tan espantosa es la malicia del pecado que por todas vías se debe procurar arrojarlo del alma y cerrarle para siempre la entrada. Un medio poderoso para no caer en pecado mortal es trabajar para evitar las culpas veniales y hacer mucho caso de las faltas pequeñas.
(Del libro "Devocionario manual arreglado por algunos Padres de la Compañía de Jesús". Bilbao, 1893).
(Del libro "Devocionario manual arreglado por algunos Padres de la Compañía de Jesús". Bilbao, 1893).
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