viernes, 14 de septiembre de 2018

MEDITACIONES PARA TODOS LOS DÍAS DE LA SEMANA (VIERNES)

PENAS DE LOS CONDENADOS

1º) Tormentos en el cuerpo. Pecador, ¿ves aquel horroroso calabozo lleno de fuego y humo? Para ti está preparado; allí irás si no cambias de vida. Míralo bien: allí arderá tu cuerpo, cómplice de tus pecados. Te entrará el fuego por la boca, por la garganta, y hasta las entrañas; quedarás como hierro encendido en la fragua, y por todas partes echarás chispas con la fuerza de los golpes que te han de dar los demonios. ¿Cómo podrás vivir en aquel fuego infernal, cuando no puedes sufrir ahora en un dedo la llama de una vela?

2º) Tormentos en el alma. Entre tanto, ¿cuáles serán tus pensamientos cuando arda también tu alma en aquellas voraces llamas? Considerar que pudiste salvarte a poca costa, y no lo quisiste; acordarte de aquel sermón, de aquellos ejercicios, de aquel buen libro, de aquella inspiración con que Dios te llamaba, y de que no quisiste escucharle. Mirar desde allí en el cielo a muchos compañeros de tu mismo estado, edad, carácter, escuela y congregación, y hallarte tú en el infierno. Y con esto, rabiar, desesperarte, maldecirte a ti mismo, al Ángel de tu guarda, a los Santos de tu devoción, a María Santísima y a Jesucristo. ¡Oh qué vida tan infeliz, oh qué ocupación tan miserable la del infierno!

3º) Tormentos por toda la eternidad. Y si llegas a caer en aquel fuego, ¿permanecerás en él por mucho tiempo? ¿Cien años? Más. ¿Mil años? Más. ¿Un millón de años? Más, mucho más. ¿Millones y millones de millones? Más. Mucho más. ¿Pues por cuánto tiempo ha de ser? Mientras Dios sea Dios, para siempre, por toda la eternidad. Y en tan largo tiempo, ¿no habrá un instante de descanso? Nunca. ¿Podré siquiera mover un dedo? Nunca. ¿Ni aun tendré alivio por un abrir y cerrar de ojos? Nunca. ¿Me darán al menos una gota de agua? No, nunca. ¡Oh fuego, oh infierno, oh eternidad!

FRUTO.- Antes de tomar nuevo estado de vida, antes de dar principio a cualquier acción de importancia, pregúntate a ti mismo: ¿será esta obra o este oficio causa de mi condenación eterna?

(Del libro "Devocionario manual arreglado por algunos Padres de la Compañía de Jesús". Bilbao, 1893).

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