Querido Jesús, ayúdame en mi hora de desvalimiento.
Libérame del pecado y abre mis ojos, mi corazón y mi alma al engaño del demonio y a sus perversas manipulaciones.
Lléname de tu Amor, cuando sienta odio en mi corazón.
Lléname de tu Paz, cuando me sienta afligido.
Lléname de tu Fuerza, cuando esté débil.
Sálvame de la prisión en la que me encuentro, para que así pueda ser libre y sea sostenido a salvo en tus sagrados brazos. Amén.
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