Oh Jesús, autor y consumador de nuestra fe, que has querido que el amor mutuo sea la característica distintiva de tus discípulos, te pedimos especialmente por nuestros queridos hermanos que en lejanas tierras se afanan por la dilatación de tu Reino. Fecunda con tu gracia sus trabajos, consuélalos en las tribulaciones, defiéndelos de todo peligro y hazlos cada vez más dignos de sacrificarse por la gloria de tu Nombre. Y a nosotros, por intercesión de san Francisco Javier, concédenos la suerte de participar un día en sus fatigas y en sus méritos para gozar también nosotros de tu felicidad.
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