viernes, 16 de diciembre de 2022

MEDITACIÓN VIERNES III DE ADVIENTO A (P. Damián Ramírez)


Lectura del santo evangelio según san Juan 5,33-36

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:
«Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio en favor de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz. Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido llevar a cabo, esas obras que yo hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado».


“Las obras que yo hago dan testimonio de mí” (Jn 5, 33-36) 

Señor Jesús, obras. Quieres obras. Ya dicen que obras son amores y no buenas razones. Quieres obras que hablen por sí mismas, por sí solas. Obras que hablen sin pronunciar palabra alguna. Obras que todo el mundo entienda sin saber más idioma que el amor. 

Señor Jesús, obras. Quieres obras. Obras que hablen de vida, de alegría, de ilusión, de compromiso, de vida y esperanza para todos. Obras humanas que hablen de Dios. Obras divinas que humanicen lo más divino y divinicen lo más humano. 

Señor Jesús, obras. Quieres obras. Obras que testimonien aquello que creemos. Obras que digan verdaderamente qué somos, qué esperamos y quién es la razón primera y última de nuestra vida. Obras sencillas, cotidianas, domésticas. Obras... nada más. 

Eso seguro quieres hoy de nosotros. Obras en tu nombre. Obras que den testimonio de que en tu nombre todo es posible. 

Así te lo pido. Así sea.

 





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