La Iglesia católica beatifica a una familia polaca asesinada por los nazis por ayudar a judíos
Una foto de Jozef y Wiktoria Ulma y otra del matrimonio con sus hijos, asesinados en 1944, en la ceremonia de beatificación de la familia, el 10 de septiembre en su pueblo natal polaco, Markowa
La Iglesia católica beatificó el pasado domingo 10 de septiembre en Polonia a una familia polaca asesinada por los ocupantes alemanes nazis por ayudar a judíos durante la Segunda Guerra Mundial, un hito en la historia eclesial por ser la primera vez en que se beatifica a una familia entera. El 24 de marzo de 1944, el matrimonio Ulma, formado por Jozef, de 44 años, y Wiktoria, de 31, embarazada de siete meses, y sus seis hijos de edades entre 7 años y 18 meses, fueron muertos a tiros por policía alemana y policía colaboracionista polaca. Albergaban en su granja de Markowa, una aldea del sudeste del país, a ocho judíos, que fueron también asesinados.
Unas 30.000 personas, entre ellas un millar de sacerdotes, participaron este domingo en la ceremonia de beatificación al aire libre en Markowa, a la que asistieron también el presidente de Polonia, Andrzej Duda, el rabino jefe de Polonia, Michael Schudrich, y una delegación de Israel.
La familia Ulma fue delatada por un policía polaco. En la madrugada de los crímenes, los niños Stanislawa, Barbara, Wladyslav, Franciszek, Antoni y Maria fueron los últimos en ser asesinados. Los primeros en caer acribillados fueron los ocho judíos que desde hacía año y medio vivían escondidos en el desván de la granja: el septuagenario Saul Goldman con sus hijos Baruch, Mechel, Joachim y Moses, junto con Golda Grünfeld y su hermana Lea Didner con la hija pequeña de esta, Reszla, de 5 años, según el Instituto de Memoria Nacional (IPN), que ha documentado meticulosamente la historia de la masacre.
Tras la investigación necesaria para la instrucción de la causa de beatificación, el Papa Francisco declaró a toda la familia mártir, lo cual permite la beatificación sin el requisito de un milagro. Para el siguiente estadio, una eventual canonización, es decir, convertirse en santos, el martirio no es motivo suficiente, por lo que sí debería probarse un milagro por intercesión suya. Por norma, las ceremonias de beatificación se celebran en el país y diócesis donde los nuevos beatos nacieron o vivieron, mientras que las de canonización se celebran en el Vaticano.
Para la Iglesia católica ha sido un delicado dilema cómo abordar el caso del bebé que Wiktoria llevaba en su seno al morir, por no estar bautizado, lo cual es un requisito para la beatificación. Finalmente, el dicasterio de las Causas de los Santos del Vaticano arguyó el 5 de septiembre que el niño nació durante el horror de los asesinatos y recibió el “bautismo de sangre” de su madre mártir. Así pues, según la Iglesia católica, la familia beatificada está compuesta por el padre, la madre y siete hijos.
Jozef era aficionado a la fotografía, y retrató a menudo a su familia en la granja; por eso existen fotos de los niños descalzos por el campo, de la madre Wiktoria tendiendo la colada o ayudándoles a hacer los deberes escolares, o momentos de preparación de la comida. Son escenas conmovedoras por lo que les ocurrió después.
En 1995, el memorial israelí Yad Vashem de Jerusalén reconoció a los Ulma como Justos de las Naciones, por haber dado por salvar a judíos durante el Holocausto. Desde el 2018, Polonia dedica el 24 de marzo –fecha del crimen- a recordar a los polacos que ayudaron a salvar judíos durante la ocupación nazi.
Los Ulma no eran los únicos vecinos católicos que en Markowa tenían a judíos escondidos. Tras la masacre, algunos de ellos mataron a sus indefensos huéspedes y abandonaron sus cadáveres en los campos (constan 24 judíos asesinados después de esa fecha), mientras otros se mantuvieron firmes y siguieron protegiendo a quienes escondían en sus casas (así sobrevivieron 21 judíos en la zona).
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