Texto del Evangelio (Lc 9, 1-6): En aquel tiempo, convocando Jesús a los Doce, les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades; y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar. Y les dijo: «No toméis nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni plata; ni tengáis dos túnicas cada uno. Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que os marchéis de allí. En cuanto a los que no os reciban, saliendo de aquella ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos». Saliendo, pues, recorrían los pueblos, anunciando la Buena Nueva y curando por todas partes.
“Les dio poder y autoridad” (Lc 9,1-6)
Señor Jesús, a veces me pregunto para qué me quieres, qué puedo ofrecer yo en este momento de la historia, ante tanta incertidumbre, ante tanta mentira convertida en verdad, ante tanta indiferencia hacia los que peor lo pasan, ante tanto silencio frente a las injusticias, ante tantas heridas abiertas y no curadas, cuál es mi lugar en este tiempo, en este otoño recién estrenado.
Señor Jesús, como san Vicente de Paúl, una mañana más te digo ¿qué quieres que yo haga? ¿Qué puedo yo aportar allí donde vivo y trabajo? Y como hizo el en su tiempo, tu Evangelio de hoy no deja lugar a dudas: sana, enseña y proclama la buena noticia allí donde te encuentres. Con el poder y la autoridad que nos das Tú.
Señor Jesús, hazme hoy palabra tuya en medio del mundo, haz que mis palabras, gestos y acciones proclamen tu nombre, tu modo de proceder, tu proyecto para con nosotros. Haz que sanemos heridas, las que se ven y las que llevamos por dentro, que son las que más duelen. Haznos pregoneros de esperanza y de que juntos podremos con lo que venga. Con el poder y la autoridad que nos das Tú.
Señor Jesús, proclamar y sanar. Con poder y autoridad que Tú nos das. Que hoy lo encarne en mi casa, en mi trabajo, en la calle, en mis búsquedas y esperas, en mis éxitos y en todo aquello en lo que aún tengo mucho que aprender.
Así te lo pido. Así sea.
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