Bienaventurado san Jerónimo, testigo de lo asiduo y fervoroso de tu oración son tus ansias por el desierto y tus anhelos por la soledad y el retiro, sin más objeto que la contemplación del Dios Soberano. Esta fue toda tu ocupación y delicia, todo tu entretenimiento y gusto, a pesar de las distracciones, inquietudes y sequedades con que solía molestarte el enemigo; y la que te hizo acreedor a tanto beneficio, como por tu intercesión confiesan haber recibido tus devotos.
Por tan sublime oración, san Jerónimo bendito, te pido seas mi intercesor con Dios para que me dé un espíritu recogido y de oración, semejante al tuyo. Con la memoria de esta virtud, alcánzame luz para conocerla y amor para abrazarla. Amén.
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