El culto a santa Rosalía (1130-1166), patrona de Palermo (Italia) fue promovido por los benedictinos y se difunde por el mundo como protectora contra enfermedades infecciosas y para recibir auxilio y protección en momentos difíciles, así como para encontrar fuerzas cuando se necesita superar dificultades.
Rosalía nació en 1130 en Sicilia. Era hija de Sinibaldo, Señor de las Rosas, y de Quisquina, descendiente de Carlomagno. Cuando era joven, abandonó su hogar para vivir en una cueva cerca de Bivona con el fin de sacrificar (entregar) su vida a Dios. Más tarde se trasladó a otra cueva en el monte Pellegrino, cerca de Palermo, y acabó muriendo en ella en 1166. Tras su muerte, en las paredes se encontraron estas palabras: “Yo, Rosalía, hija de Sinibaldo, Señor de Rosas y Quisquina, he tomado la resolución de vivir en esta cueva por amor a mi Señor, Jesucristo”.
Se cuenta que en 1624 estalló una terrible peste en Palermo. Santa Rosalía se apareció a una mujer muy enferma y después a un cazador. Ella le dijo al cazador que fuera a la cueva (en la que ella había muerto), y que trajera sus huesos a Palermo y los llevara en procesión por las calles. El cazador subió a la cueva y encontró los restos tal y como santa Rosalía le había dicho. Organizó una procesión para que sus reliquias recorrieran la ciudad. Tres días después, la peste cesó por completo. Se construyó un santuario en la cueva donde el cazador encontró sus restos. Desde entonces, el 15 de julio de cada año se celebra en Palermo el “festino”. El día de su festividad, el 4 de septiembre, la tradición de caminar descalza desde Palermo hasta el monte Pellegrino honra a Santa Rosalía.
ORACIÓN
Oh Dios, Padre nuestro, mira misericordiosamente a tu pueblo que acude a Ti y concédenos, por intercesión de santa Rosalía, que se apartó de los deleites terrenales para entregarse a las alegrías de la contemplación, que seamos liberados de todo mal aquí en la tierra y un día seamos acogidos en el Reino de los Cielos. Amén.
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