A la puerta están llamando
ve, Francisco, es el Señor.
Cuando abres a los hombres,
está entrando Dios.
Tu finura y suavidad,
sonrisa y caridad,
era abrir tu corazón,
era abrirte a los demás.
De nuevo junto al umbral,
volvemos a llamar
que nos abras la gran puerta
hacia la felicidad.
Al pobre le diste tu pan
con cariño y con amor,
y supiste consolar
al enfermo en su dolor.
El hombre fue para ti una imagen del Señor,
y trataste a los demás
cual si trataras a Dios.
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