Texto del Evangelio (Jn 1,47-51): En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño». Le dice Natanael: «¿De qué me conoces?». Le respondió Jesús: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi». Le respondió Natanael: «Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel». Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores». Y le añadió: «En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».
“«Antes… te vi»” (Jn 1, 47-51)
Señor Jesús, gracias. Gracias una mañana más por recordarme que no te elegí yo a Ti, sino que fuiste Tú el que antes de llamarme me viste y me elegiste. Gracias una mañana más por recordarme que te sigo por vocación, no por conseguir nada a cambio, no por ser más que los demás, no por creerme más que nadie, no por sentirme privilegiado ante otros. Gracias porque una mañana más renuevas conmigo tu alianza.
Señor Jesús, gracias. Gracias por este ratito que paso contigo, en tu presencia y que me ayuda a centrar el día, a ponerlo en tus manos y me anima a seguir diciéndote “que se haga tu voluntad y no la mía”. Gracias por recordarme que Tú siempre antes me ves y me quieres con locura.
Señor Jesús, gracias. Gracias porque siento con fuerza tu invitación insistente para que lo que haces en mí lo conozcan los que me rodean. Porque sé que me envías un día más a ser buena nueva en medio de la vida. Gracias porque me sé hijo tuyo y hermano de todos. Gracias por renovar en mí tu deseo infinito de que seamos felices.
Hazme agradecido por tanto bien recibido. Así te lo pido. Así sea.
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