¡Oh Dios, que te dignaste admitir en el coro de tus santas vírgenes a la bienaventurada Rosa de Viterbo, concédenos por sus ruegos y merecimientos la gracia de expiar todas nuestras culpas y de gozar eternamente de la compañía de tu Majestad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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