domingo, 10 de noviembre de 2024

DOMINGO XXXII T.O. B


¡Buenos días!

La semana pasada escuchamos que hay que amar a Dios y al prójimo. Hoy Jesús nos muestra que es real. Una viuda que va al Templo y en las ofrendas pone todo lo que tiene para vivir, confiando plenamente en Dios y su misericordia y ayudando con todo lo que tiene y no con lo que le sobra. Gran ejemplo de amor a Dios y al prójimo. Seamos como la viuda y confiemos en la providencia de Dios.


Cuando seguimos sobrecogidos por las consecuencias dramáticas de las inundaciones, la Iglesia en España nos invita a celebrar la Jornada de la Iglesia Diocesana. 

Esta jornada pone el acento en la necesidad de entender la vida como vocación, damos a conocer la realidad concreta de nuestra Diócesis para tomar conciencia creciente de que el Señor nos llama a descubrir nuestro lugar en la Iglesia. 

Llamados todos a la santidad, respondemos al Señor abrazando cada uno el estado de vida desde el cual contribuimos en la misión evangelizadora de la Iglesia.

Pidamos en la Eucaristía de hoy (11:00) al Señor que nos regale la luz de su mirada para responder a la pregunta más importante de la vida; pregunta que se formula inseparablemente a nivel personal (“Señor, ¿qué quieres de mí?”) y a nivel eclesial (“Señor, ¿qué lugar quieres que ocupe en tu Iglesia?”). 

Respondiendo a esta pregunta, podremos colaborar en la Iglesia universal trabajando concretamente en nuestra Diócesis, y compartiremos el amor del Corazón de Cristo con nuestros contemporáneos, especialmente con quienes más lo necesitan.

La viuda que aparece en el evangelio de hoy nos ayudará a entender cual debe de ser nuestra actitud hacia Dios y cual la suya hacia nosotros. 

Feliz y bendecido domingo 🙏

 


Texto del Evangelio (Mc 12, 38-44): En aquel tiempo, dijo Jesús a las gentes en su predicación: «Guardaos de los escribas, que gustan pasear con amplio ropaje, ser saludados en las plazas, ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y que devoran la hacienda de las viudas so capa de largas oraciones. Esos tendrán una sentencia más rigurosa». Jesús se sentó frente al arca del Tesoro y miraba cómo echaba la gente monedas en el arca del Tesoro: muchos ricos echaban mucho. Llegó también una viuda pobre y echó dos moneditas, o sea, una cuarta parte del as. Entonces, llamando a sus discípulos, les dijo: «Os digo de verdad que esta viuda pobre ha echado más que todos los que echan en el arca del Tesoro. Pues todos han echado de lo que les sobraba, ésta, en cambio, ha echado de lo que necesitaba, todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir».

















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