¡Buenos días!
La semana pasada escuchamos que hay que amar a Dios y al prójimo. Hoy Jesús nos muestra que es real. Una viuda que va al Templo y en las ofrendas pone todo lo que tiene para vivir, confiando plenamente en Dios y su misericordia y ayudando con todo lo que tiene y no con lo que le sobra. Gran ejemplo de amor a Dios y al prójimo. Seamos como la viuda y confiemos en la providencia de Dios.
Cuando seguimos sobrecogidos por las consecuencias dramáticas de las inundaciones, la Iglesia en España nos invita a celebrar la Jornada de la Iglesia Diocesana.
Esta jornada pone el acento en la necesidad de entender la vida como vocación, damos a conocer la realidad concreta de nuestra Diócesis para tomar conciencia creciente de que el Señor nos llama a descubrir nuestro lugar en la Iglesia.
Llamados todos a la santidad, respondemos al Señor abrazando cada uno el estado de vida desde el cual contribuimos en la misión evangelizadora de la Iglesia.
Pidamos en la Eucaristía de hoy (11:00) al Señor que nos regale la luz de su mirada para responder a la pregunta más importante de la vida; pregunta que se formula inseparablemente a nivel personal (“Señor, ¿qué quieres de mí?”) y a nivel eclesial (“Señor, ¿qué lugar quieres que ocupe en tu Iglesia?”).
Respondiendo a esta pregunta, podremos colaborar en la Iglesia universal trabajando concretamente en nuestra Diócesis, y compartiremos el amor del Corazón de Cristo con nuestros contemporáneos, especialmente con quienes más lo necesitan.
La viuda que aparece en el evangelio de hoy nos ayudará a entender cual debe de ser nuestra actitud hacia Dios y cual la suya hacia nosotros.
Feliz y bendecido domingo
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