Buenos días. Hoy el evangelio nos presenta al ciego que al borde del camino quiere “ver” al Señor y grita al titulo del Mesías, el hijo de David. Confía en que es el enviado de Dios para devolver la vista a los ciegos, la libertad a los oprimidos. Gritemos al Señor, el enviado de Dios y que nuestra fe en Él nos devuelva la vista y descubramos cómo volver al AMOR primero. Seamos buenos y confiemos en Dios.
Texto del Evangelio (Lc 18, 35-43): En aquel tiempo, sucedió que, al acercarse Jesús a Jericó, estaba un ciego sentado junto al camino pidiendo limosna; al oír que pasaba gente, preguntó qué era aquello. Le informaron que pasaba Jesús el Nazareno y empezó a gritar, diciendo: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!». Los que iban delante le increpaban para que se callara, pero él gritaba mucho más: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!». Jesús se detuvo, y mandó que se lo trajeran y, cuando se hubo acercado, le preguntó: «¿Qué quieres que te haga?». Él dijo: «¡Señor, que vea!». Jesús le dijo: «Ve. Tu fe te ha salvado». Y al instante recobró la vista, y le seguía glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al verlo, alabó a Dios.
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