viernes, 3 de marzo de 2017

DEPRECACIONES A NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO PARA ALCANZAR UNA BUENA MUERTE

Jesús, Señor Dios de bondad y Padre de misericordia, yo me presento delante de Ti, y con un corazón contrito y humillado, te encomiendo mi última hora y lo que después de ella me espera.
Cuando mis pies perdiendo el movimiento me adviertan que mi carrera en este mundo está para acabarse: Jesús misericordioso, ten compasión de mí.
Cuando mis manos, trémulas y torpes, no puedan ya estrechar el crucifijo, y a pesar mío, lo dejen caer sobre el lecho de mi dolor: Jesús misericordioso, ten compasión de mí.
Cuando mis ojos, apagados y amortecidos con el dolor de la muerte cercana, fijen en Ti miradas lánguidas y moribundas: Jesús misericordioso, ten compasión de mí.
Cuando mis labios fríos y balbucientes pronuncien por última vez tu santísimo nombre: Jesús misericordioso, ten compasión de mí.
Cuando mi cara, pálida y amoratada, cause ya lástima y terror a los circunstantes, y los cabellos de mi cabeza, bañados del sudor de la muerte, anuncien que está cercano mi fin: Jesús misericordioso, ten compasión de mí.
Cuando mis oídos, próximos a cerrarse para siempre a las conversaciones de los hombres, se abran para oír de vuestra boca la sentencia irrevocable que determine mi suerte por toda la eternidad: Jesús misericordioso, ten compasión de mí.
Cuando mi imaginación, agitada de temerosos fantasmas, se vea sumergida en mortales congojas, y mi espíritu, perturbado del temor de tu justicia a la vista de mis iniquidades, luche con el enemigo infernal, que quisiera quitarme la esperanza de tu misericordia y precipitarme en el abismo de la desesperación: Jesús misericordioso, ten compasión de mí.
Cuando mi corazón débil y oprimido del dolor de la enfermedad, esté sobrecogido del horror de la muerte, fatigado y rendido por los esfuerzos que hubiere hecho contra los enemigos de mi salvación: Jesús misericordioso, ten compasión de mí.
Cuando derrame las últimas lágrimas, síntomas de mi destrucción, recibidlas, Señor, en sacrificio de expiación, para que muera víctima de penitencia, y en aquel momento terrible: Jesús misericordioso, ten compasión de mí.
Cuando mis parientes y amigos, juntos alrededor de mí, lloren al verme en el último trance, y cuando invoquen tu misericordia en mi favor: Jesús misericordioso, ten compasión de mí.
Cuando, perdido ya el uso de los sentidos, el mundo todo desaparezca para siempre de mi vista y gima yo tristemente en las angustias de la última agonía y en los postreros afanes de la muerte: Jesús misericordioso, ten compasión de mí.
Cuando los últimos suspiros del corazón fuercen a mi alma a salir del cuerpo, dejándolo pálido, frío y sin vida, acepta la destrucción de él como un tributo que desde ahora ofrezco a tu divina Majestad, y en aquel instante supremo: Jesús misericordioso, ten compasión de mí.
En fin, cuando mi alma comparezca delante de Ti para ser juzgada, no la arrojes de tu presencia, sino dígnate recibirla en el seno amoroso de tu misericordia, para que cante eternamente tus alabanzas. Jesús misericordioso, ten compasión de mí.

ORACIÓN. Oh, Dios mío, que condenándonos a la muerte, nos has ocultado el momento y la hora, haz que viviendo santamente todos los días de nuestra vida, merezcamos morir con la muerte de los justos. Por los méritos de nuestro Señor Jesucristo que vive y reina contigo, y con el Espíritu Santo. Amén.

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