Si es verdad ¡oh glorioso Patriarca! que Dios, fuera de habitar, por la ubicuidad, en todas partes, se halla de un modo especial en el alma justa, comunicándole del tesoro de sus infinitas perfecciones, también lo es que tú, como justo por excelencia, recibirías, con muchas creces sobre los demás, los consuelos que en tu corazón derramaría el Rey de cielos y tierra, no ya solo por la gracia, sino, y especialmente, por aquella íntima y familiar unión que con Él te ligaba. Y como las cosas de Dios, y del Cielo, cuanto más se gustan, tanto más se apetecen, y el hombre se hace más capaz de recibirlas, mientras de ellas se van llenando los profundos senos de su corazón, claro está que tú, José, moverías a emulación, a ser de ella capaces, a los ángeles mismos del Empíreo, al fijarse en el sinfín de felicidad y dichas que Dios a tu lado te daba a disfrutar.
JACULATORIA. Haz que cada día aumentemos en amor a Dios, y así crecerá también la paz de nuestra alma. Así sea.
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