aleja el pecado de mí hoy y siempre.
Si tropiezo, extiende tu mano para mí;
si caigo cien veces, cien veces levántame;
si yo te olvido, no te olvides de mí;
si me dejas, Madre, ¿qué será de mí?
En los peligros del mundo, asísteme;
en las tristezas y aborrecimientos, consuélame;
mírame con amor y compasión.
Quiero que mi vida te haga sonreír,
y en el fin, recíbeme y llévame a Jesús.
Sé mi abogada junto a tu Hijo,
consíguele el perdón de mis faltas,
y que en la hora de mi muerte me llame,
mandándome entrar en su Reino.
Tu bendición me acompañe hoy y siempre.
Gracias, amén. Aleluya, amén.
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