Señor, Dios mío, no te alejes de mí. Dios mío, mira en mi favor, que se han levantado contra mí varios pensamientos y grandes temores que afligen mi alma. ¿Cómo pasaré sin lesión?, ¿cómo los destruiré? Yo iré, dice Dios, delante de ti, y humillaré a los soberbios de la tierra, abriré la puerta de la cárcel, y revelarte he los secretos de las cosas escondidas. Hazlo así, Señor, como lo dices, y huyan de tu presencia todos los malos pensamientos. Esta es mi esperanza y singular consolación, confiar en Ti, y llamarte de todas maneras y esperar pacientemente tus consuelos.
(De la obra "Imitación de Cristo")
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