miércoles, 7 de septiembre de 2022

MARTIRIO DE SANTA REGINA


Santa Regina vivía en el campo con su enfermera tras salir de la casa de su padre por haber recibido el bautismo. Debido a la pobreza de su nueva familia, ella trabajaba durante el día en los campos, cuidando a las ovejas, para así ayudar a mantener la casa.

Así, Regina creció más cerca del Señor, meditando y contemplando su amor y misericordia, y rezando para imitar mejor la vida de los santos y mártires.


A la edad de 15 añossanta Regina llamó la atención del prefecto de la Galia, Olibrio, un hombre de gran importancia. Se obsesionó con la joven, y se determinó a sí mismo que la quería como su esposa.

El prefecto se deleitaba con su noble crianza, pero estaba profundamente perturbado al ver que ella estaba practicando la fe cristiana.

En ese momento, los cristianos estaban siendo violentamente perseguidos y asesinados, bajo la dirección del emperador Decio.

Olibrio intentó persuadirla para que renegara de su fe, a fin de no solo ponerla a salvo de la persecución, sino asegurarla como su esposa.

Santa Regina se negó a dejar su fe y también rechazando su propuesta de matrimonio, y además comenzó a profesar su fe con mayor fuerza. En venganza, Olibrio la encarceló.


Regina fue encadenada a las paredes de una celda en una prisión oscura por medio de un cinturón de hierro que se atornillaba a la pared.

Allí se quedó, mientras Olibrio participaba en varias campañas militares contra los invasores bárbaros.

Después de una breve ausencia, Olibrio regresó, con la esperanza de que Regina pudiese haber cambiado de opinión. Por el contrario, su encarcelamiento había servido para reforzar su decisión de vivir como los santos y mártires, y mantener su castidad por el Señor.

Ella se negó a hacer sacrificio a los ídolos, y Olibrio enfurecido, ordenó que la torturaran terriblemente. Regina resistió con valor todos los azotes, latigazos y flagelación, tenazas ardientes, peines de hierro, pinzas y antorchas calientes. Todo esto fue en vano.


Ninguno de ellos podría causar que Regina dudara del Señor o que se retractara de su fe, y mientras era castigada ella continuaba alabando a Dios.

Al final, la decapitaron, poniendo fin a su vida y saliendo al encuentro con su Esposo celestial. Su martirio logró la conversión de muchos testigos presentes que observaron con asombro a una paloma solitaria flotando encima de su cabeza durante las crueles torturas.




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