Padre bueno que estás en el cielo, llego ante Ti indignamente porque soy un siervo inútil y pecador. Te pido perdón por mis faltas contra Ti. Ten misericordia de mis hermanos las almas benditas del purgatorio, ya que ellos edificaron un muro que lo cerca una nube de dolor que lo aqueja por toda una eternidad. Que el dolor mostrado por los latigazos en su cuerpo de tu Hijo Jesús sea propicio para su liberación y encauzarlos para glorificarte y alabarte por los siglos de los siglos. Amén.
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