domingo, 21 de mayo de 2023

MEDITACIÓN ASCENSIÓN DEL SEÑOR (P. Damián Ramírez)


¡Buenos días!

Cuenta una entrañable historia oriental que una persona después de morir, y una vez en el cielo, pidió a Dios que le permitiera contemplar toda su vida, tanto los días alegres como los momentos difíciles; y Dios se lo concedió. Le permitió ver toda su vida como si esta se hallara proyectada a lo largo de una playa de arena y estuviera paseándose por ella. El hombre vio que a lo largo de todo el camino había dos clases de huellas sobre la arena: las suyas y las de Dios que lo acompañaba; pero observó que en los momentos más difíciles solamente había unas huellas. Muy sorprendido y muy triste, le dijo a Dios:

- Veo que en los momentos más difíciles es cuando Tú me has dejado solo.

- ¡De ninguna manera!, hijo mío, -le respondió Dios- Las huellas que ves en los momentos más difíciles de tu vida no son tus huellas sino las mías porque, en esos momentos yo te llevaba en brazos.

El evangelio de hoy termina con el relato que nos propone la Iglesia en la solemnidad de la Ascensión; y en concreto, con esta inolvidable frase: 

Sabed que yo estoy con vosotros, todos los días, hasta el fin del mundo.

Esta es la fe que ha animado siempre a las comunidades cristianas. Los seguidores de Jesús, no estamos solos, perdidos en medio de la historia, abandonados a nuestras propias fuerzas. En momentos difíciles y complicados como los que vivimos, nos puede suceder que caigamos en el desánimo, en lamentaciones o en el derrotismo. Y si desgraciadamente es así, olvidamos algo que debemos recordar siempre: Jesús está con nosotros. 

Jesús sube a los cielos y nos deja dos mensajes muy claros: 

En primer lugar, su compromiso de permanencia. Jesús se queda con nosotros:

Está en la Eucaristía alimentando nuestra fe. 

Está en la comunidad cristiana infundiendo su Espíritu. 

Está en los necesitados, moviendo nuestros corazones a la compasión. 

Y en definitiva, está con nosotros, todos los días hasta el final del mundo. 

En segundo lugar, nos deja unos deberes que realizar: “Haced discípulos míos”. 

Nuestra sociedad está cansada de palabras, por ello, son necesarios los testimonios. 

El papa Pablo VI decía: “El hombre actual escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan, o si escucha a los que enseñan, es porque dan testimonio”.

La fiesta de la Ascensión del Señor que celebramos hoy domingo, implica que la presencia de Jesús entre nosotros no es física, pero no por ello es menos real: Jesús actúa a través del Espíritu Santo que distribuye en su Iglesia para que todos sus seguidores tengamos el valor y la fuerza de continuar transformando el mundo. De esta manera, a través de nuestro testimonio, cumpliremos su mandato de haced discípulos suyos enseñándoles todo lo que El nos ha enseñado.

¡Feliz y bendecido Día del Señor!



Conclusión del santo evangelio según san Mateo 28, 16-20

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron. Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
«Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos».

 



Cuando una persona querida se marcha para no volver sentimos el desgarro y la tristeza que provoca la despedida...

Sin embargo, cuando esa "despedida" no es definitiva surge la esperanza de volverse a encontrar más tarde o más temprano...

Jesús se despide pero quiere dejar bien claro que no nos abandona...

Y es que nos pasa muchas veces que sentimos más la cercanía de la gente en la distancia porque quizás las echamos de menos...

Hoy es un día para que nos preguntemos: ¿ Echamos de menos a Jesús?...

Seguro que es eso lo que producirá que sintamos cada vez más cerca su presencia.

El Señor hoy se vuelve a hacer presente en medio de nosotros y nos susurra al oído :

" Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo ..."

- "Yo estoy en el enfermo que acompañas y que espera tu atención."

- "Yo estoy en una esquina o tirado en el suelo, aunque no te guste y me mires con desprecio."

- "Yo estoy junto a ti, en el ascensor, mientras lees el correo y haces como que no me ves."

- "Yo estoy dentro de ti, volviendo tu corazón universal."

Tú eres de los míos, haz discípulos míos, haced personas, no esclavos; haced caminantes, no gente instalada y acomodada; haced servidores y no jefes; haced gente inquieta y no satisfecha...

"Tú ya sabes cómo he actuado, ahora te toca a ti... no temas... confía... no te dejaré... volveré..."





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