MEDITACIÓN JUEVES IV DE PASCUA A (P. Damián Ramírez)

 

Lectura del santo evangelio según san Juan 13, 16-20

Cuando Jesús terminó de lavar los pies a sus discípulos les dijo:

«En verdad, en verdad os digo: el criado no es más que su amo, ni el enviado es más que el que lo envía. Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica. No lo digo por todos vosotros; yo sé bien a quiénes he elegido, pero tiene que cumplirse la Escritura: “El que compartía mi pan me ha traicionado”. Os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis que yo soy.

En verdad, en verdad os digo: el que recibe a quien yo envíe me recibe a mí; y el que me recibe a mí recibe al que me ha enviado».

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“El que recibe a quien yo envíe me recibe a mí” (Jn 13,16-20)

Señor Jesús, hoy me gustaría:

- Hacerme presente allí donde alguien necesite una mirada de cariño, acogedora y cargada de misericordia.

- Salir al paso de alguien que ande buscando, de alguien que necesite una orientación o quizás tan solo una presencia a su lado.

- Ser escucha para quien necesite desahogarse, narrar su historia o sencillamente ser escuchado por alguien sin ser juzgado y sin tener que recibir a cambio un discurso.

- Abrazar a quien lo necesite, a quien no lo espere, pero sé que le hará feliz, a quien nunca antes me abrazó, pero sé que mi abrazo le va a inundar de paz y de reconciliación.

- Pedir perdón a quien sé que he podido molestar o a quien sin saberlo haya podido sentirse mal por un comentario, una crítica o una palabra dicha cuando no correspondía.

- Servir sin esperar nada a cambio. 

- Servir a quien lo necesite, cuando lo necesite, sin pensar primero en mí y en lo mío.

- Dar gracias a la gente con la que trabajo porque me hacen construirme día a día, porque soy lo que soy también gracias a ellos, porque son compañeros de camino, no sólo de tareas.

Señor Jesús, hoy me gustaría que los demás me recibiesen y así te recibiesen a Ti. Que sea para los demás motivo de sonrisa, de alegría, de orgullo, de familiaridad y de ternura. Hazme así, Señor, porque sólo así merece ser vivida esta vida, amando y sirviendo, queriendo y dejándose querer, iluminando y siendo instrumento de tu paz. 

Así te lo pido. Así sea.