Glorioso san Isidro, tu vida fue un ejemplo de humildad y sencillez, de trabajo y oración; enséñanos a compartir el pan de cada día con nuestros hermanos los hombres y haz que el trabajo de nuestras manos humanice nuestro mundo y sea, al mismo tiempo, plegaria de alabanza al nombre de Dios. Como tú, queremos acudir confiadamente a la bondad de Dios y ver su mano providente en nuestras vidas. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
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