Artesano y trabajador, oh humildísimo José, las clases obreras debieran mirarte como especial patrón y modelo. Como ellas, ganaste pan con el sudor de tu frente, y endureciste las manos manejando la tosca herramienta.
Las muchedumbres obreras de hoy desdeñan mirarse en ti, por seguir siniestros ideales con que trastornan su cabeza mentirosos redentores. Por ellas y por su suerte, y por la eficaz restauración de sus derechos en Cristo se interesa, más que la liberación embustera, la Iglesia de Dios.
Ruega, santo obrero, por esas clases desheredadas. Pide por ellas a Jesús, tu compañero de taller, gloriosísimo san José.
Amén.
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