Oh, apóstoles de Cristo, columnas y fundamento de la ciudad de Dios, que de la humilde Galilea subisteis a la gloria inmortal. Sois bienvenidos en la Jerusalén Celeste porque por Jesucristo derramasteis vuestra sangre, sembrasteis la palabra de Dios y disteis tanto fruto. Interceded por nosotros ante Dios, para que nos brinde la gracia de la verdadera conversión, nos llene de fuerza para dar testimonio de Cristo, con nuestras palabras y con nuestras vidas, como lo fuisteis vosotros, y no tengamos miedo de ir contra corriente de este mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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