Antonino era un tallador de piedra sirio que con un extraordinario desinterés reconvino a los idólatras de su ciudad natal por adorar imágenes de piedra. Después de aquel acto impetuoso, salió apresuradamente de la ciudad y se refugió en la celda de un ermitaño con el que vivió durante dos años.
Luego de todo esto, Antonino decidió regresar a la ciudad y tuvo el desconsuelo de advertir que los habitantes aún rendían culto a los falsos dioses, por lo cual adoptó una actitud más enérgica todavía: entró a los templos y arrojó por tierra a los ídolos. Después, huyó más que deprisa de la ciudad y se refugió en Apamea. Allí el obispo le dio instrucciones para que construyera una iglesia, a lo que accedió Antonino.
Cuando Antonino comenzó a edificar la obra, los paganos se enfurecieron a tal punto que, tras organizar un tumulto para acabar con la construcción, asesinaron a Antonino, que ni siquiera trató de defenderse. El santo tenía veinte años de edad.
El cuerpo de Antonino fue desmembrado y enterrado en una cueva, sobre las que el obispo había construido una basílica dedicada al santo, pero en el siglo VII fue destruida.
Por tanto, las reliquias del mártir fueron llevadas a Francia antes de ser trasladadas a España, en Palencia, ciudad donde es el Santo Patrón.
ORACIÓN
Oh san Antonino de Apamea, te pedimos que ilumines nuestro camino en esta vida y haz que nuestros corazones sean invencibles a las tentaciones. Tú que defendiste tan apasionadamente la fe denunciando la idolatría de tu tiempo, permite que nuestros corazones sean también encendidos con esa chispa de celo apostólico que tuviste. Guíanos por el recto sendero y alcánzanos la libertad a vivir amando lo que es agradable a Dios para así servirle y amarle sólo a Él, el único Dios verdadero, de quien podemos alcanzar los verdaderos tesoros del Cielo. Todo esto lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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