Querido Dios, cuando san Perfecto fue detenido por los moros pidiéndole opinión sobre Jesús, explicó: «Jesús es el Hijo de Dios y el Salvador del mundo». Aunque le habían prometido que no sería dañado por su respuesta, lo arrestaron por blasfemia, lo juzgaron y lo ejecutaron.
Señor, ayúdame a defender la fe contra las creencias no cristianas, profesando a Jesús como tu único Hijo, sin importar lo que pueda costarme. Dame coraje con compasión para usar toda oportunidad para decir la verdad y, cuando sea engañado para creer que no seré perseguido, ayúdame a perdonar.
San Perfecto, ruega por mí. Amén.
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