jueves, 24 de abril de 2025

JUEVES OCTAVA DE PASCUA C


Buenos días. Jueves de Pascua. Feliz resurrección. Pedimos por el eterno descanso del Papa. Hoy las lecturas nos invitan a descubrir que la salvación de Dios fue enviada a los judíos, para que a través de ellos fueran bendecidos todos los pueblos. Pero hace falta creer y abrir el entendimiento de lo que las Sagradas Escrituras han anunciado sobre el Mesías. Hoy os invito a leer e interiorizar la Palabra de Dios, que nos llama a la conversión para que por nuestro testimonio de fe muchos puedan ver a Jesús resucitado. Seamos buenos y confiemos en Dios, que se acuerda del hombre y mira por nosotros, aunque no lo merezcamos.


1ª Lectura (Hch 3, 11-26): En aquellos días, mientras el paralítico curado seguía aún con Pedro y Juan, todo el pueblo, asombrado, acudió corriendo al pórtico llamado de Salomón, donde estaban ellos. Al verlo, Pedro dirigió la palabra a la gente: «Israelitas, ¿por qué os admiráis de esto? ¿Por qué nos miráis como si hubiéramos hecho andar a este con nuestro propio poder o virtud? El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, al que vosotros entregasteis y de quien renegasteis ante Pilato, cuando había decidido soltarlo. Vosotros renegasteis del Santo y del Justo, y pedisteis el indulto de un asesino; matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos de ello. Por la fe en su nombre, este, que veis aquí y que conocéis, ha recobrado el vigor por medio de su nombre; la fe que viene por medio de él le ha restituido completamente la salud, a la vista de todos vosotros. Ahora bien, hermanos, sé que lo hicisteis por ignorancia, al igual que vuestras autoridades; pero Dios cumplió de esta manera lo que había predicho por los profetas, que su Mesías tenía que padecer. Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados; para que vengan tiempos de consuelo de parte de Dios, y envíe a Jesús, el Mesías que os estaba destinado, al que debe recibir el cielo hasta el tiempo de la restauración universal, de la que Dios habló desde antiguo por boca de sus santos profetas. Moisés dijo: ‘El Señor Dios vuestro hará surgir de entre vuestros hermanos un profeta como yo: escuchadle todo lo que os diga; y quien no escuche a ese profeta será excluido del pueblo’. Y, desde Samuel en adelante, todos los profetas que hablaron anunciaron también estos días. Vosotros sois los hijos de los profetas, los hijos de la alianza que hizo Dios con vuestros padres, cuando le dijo a Abrahán: ‘En tu descendencia serán bendecidas todas las familias de la tierra’. Dios resucitó a su Siervo y os lo envía en primer lugar a vosotros para que os traiga la bendición, apartándoos a cada uno de vuestras maldades».


Salmo responsorial: 8

R/. Señor, dueño nuestro ¡que admirable es tu nombre en toda la tierra!

Señor, Dios nuestro, ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano, para mirar por él?

Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos. Todo lo sometiste bajo sus pies.

Rebaños de ovejas y toros, y hasta las bestias del campo, las aves del cielo, los peces del mar, que trazan sendas por el mar.


Versículo antes del Evangelio (Sal 117, 24): Aleluya. Este es el día que hizo el Señor; regocijémonos y alegrémonos en él. Aleluya.



Texto del Evangelio (Lc 24, 35-48): En aquel tiempo, los discípulos contaron lo que había pasado en el camino y cómo habían conocido a Jesús en la fracción del pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando Él se presentó en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros». Sobresaltados y asustados, creían ver un espíritu. Pero Él les dijo: «¿Por qué os turbáis, y por qué se suscitan dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo. Palpadme y ved que un espíritu no tiene carne y huesos como veis que yo tengo». Y, diciendo esto, les mostró las manos y los pies. Como ellos no acabasen de creerlo a causa de la alegría y estuviesen asombrados, les dijo: «¿Tenéis aquí algo de comer?». Ellos le ofrecieron parte de un pez asado. Lo tomó y comió delante de ellos.
Después les dijo: «Estas son aquellas palabras mías que os hablé cuando todavía estaba con vosotros: ‘Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí’». Y, entonces, abrió sus inteligencias para que comprendieran las Escrituras, y les dijo: «Así está escrito que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día y se predicara en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén. Vosotros sois testigos de estas cosas».



"No acababan de creer por la alegría" (Lc 24, 35-48)

Señor Jesús, buen Jesús, nos encanta leer en este Evangelio, que era de tal calibre la alegría de tus amigos y amigas que no podían ni creer. Tu resurrección es algo tan impresionante que supera todas nuestras capacidades y expectativas. Queremos sentir esa alegría transformante.

Señor Jesús, atónitos quedamos cuando después de estos días de despedidas, de gestos, de pasión, de sufrimiento y de muerte... vemos que el grito del Aleluya rompe todas nuestras tristezas, todas nuestras incertidumbres y todas nuestras incredulidades. Queremos vivir desde esa alegría tuya que le da la vuelta a todo.

Señor Jesús, ábrenos el entendimiento para entender las Escrituras y para descubrirte a Ti en ellas y seguirte y aprender de Ti y querer ser como Tú. Haz que tu Palabra disipe nuestras dudas y nuestras alarmas. Queremos vivir desde tu Palabra y en ella fundamentar toda nuestra vida y misión.

Señor Jesús, te damos infinitas gracias por estar en nuestra vida, por hacernos partícipes de tu Resurrección y por compartir con nosotros tu paz y tu alegría. Que si no acabamos de creer sea porque la alegría es de tal calibre que nos lo impide. 

Gracias Señor. Acompaña nuestra jornada. Que sigamos acompañando al Papa Francisco en estos días de agradecimiento y despedida, de conmoción y de esperanza. Y dale el descanso eterno.

Así te lo pido. Así sea.












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