«Paz a vosotros» (Lc 24,35-48)
Señor Jesús, dame tu paz. Haz que me sienta en paz conmigo mismo. Haz que nada me quite la paz y si algo lo hace, que sepa rápidamente volver a recobrarla porque sé que vas conmigo. Dame esa paz tuya que reconforta el corazón y que relativiza todo cuanto no es importante.
Señor Jesús, hazme pacífico. Que en todo vea siempre posibilidades y no problemas; que en todo tenga una palabra de aliento y no de desesperanza; que en todo a ti te vea y viéndote recuerde tu saludo: “Paz a vosotros”. Que en todo cuanto vivo pueda ser instrumento de tu paz y ser en medio de los otros signo vivo de que se puede ser feliz siendo bueno, de que se puede vivir en paz aunque no siempre se gane.
Señor Jesús, hazme una persona de paz, pacífica y pacificadora. Que los demás al encontrarse conmigo sientan que a mi lado están seguros, tranquilos, escuchados y acogidos tal y como son. Que sea una persona de paz y bien en todo, y en todo practique esa paz y ese bien que hace más feliz a los demás y que también a mí me hace inmensamente feliz.
Que hoy diga muchas veces “la paz contigo, hermano”, “la paz contigo, hermana”.
Así te lo pido. Así sea.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 24, 35-48
En aquel tiempo, los discípulos de Jesús contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Estaban hablando de estas cosas, cuando él se pr
esentó en medio de ellos y les dice:
«Paz a vosotros».
Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu.
Y él les dijo:
«¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo».
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Pero como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:
«¿Tenéis ahí algo de comer?».
Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos.
Y les dijo:
«Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí».
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras.
Y les dijo:
«Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto».
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